Algo
se jugaba Chile ese día, algo importante, porque después vi que a todos les
incomodaba hablar del tema. Parecía como si nunca en la vida hubiesen visto perder a
Chile. Estaban perplejos y andaban cada uno por su lado.
Yo
me vine a enterar una vez que terminó todo. Ya había salido y caminaba tranquilo
hacia la casa de la Fer. Pero cuando me junté con ella lo primero que hizo fue
hablar de la derrota.
Yo
no sabía qué decir, en mi casa nadie habló del tema, tampoco en las casas que
vi en el camino, para todos la derrota era tabú, algo que no debía ser nombrado bajo ninguna circunstancia, pero viene la Fer y lo
primero que me dice es que fue horrible, tétrico, que cómo era posible que
nadie me lo haya mencionado hasta ese momento. Yo le respondí que esas cosas ya
han pasado antes, que es algo normal, sin saber de lo que hablaba. Además
agregué que ella tampoco podía saber tanto, porque ella, al igual que yo, no vio lo que pasó. Indignada me contó lo que su papá le dijo antes de salir: “Fueron
1193 los asesinados, y 2920 los que hicieron desaparecer”.
Nota: Escrito para concurso literario en universidad central. No fui considerado.
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